jueves, 18 de febrero de 2016

  EL ABASTECIMIENTO DE AGUA EN CARTAGONOVA  

¿Cómo pudo abastecerse de agua en la antigüedad una urbanización de la importancia de Cartagena, en medio de un entorno árido?

En la arqueología local se han olvidado de algunos aspectos de gran importancia como la documentación pública y/o recuperación de vías romanas o el abastecimiento de agua. Incluso en el norte de Africa no faltaban acueductos y embalses, como también quedaron en Mérida, Toledo o Zaragoza.



La visión proporcionada sobre la historia general de nuestra ciudad hasta ahora ha podido extraviarse en cierta forma en una serie de hallazgos inconexos que no nos dicen apenas nada sobre la dimensión de relación de la ciudad con el mundo o de aspectos básicos de su sostenimiento, como la procedencia y tipos de agua de la que se abastecía, y las soluciones que se utilizaron para su almacenamiento y transporte dentro del contexto de un clima árido en la que se encuentra.

También algunas fuentes escritas y hallazgos arqueológicos se han ignorado o destruido, de acuerdo a razonamientos viciados en los que se prejuzgaba inservible cualquier indicio que se saliera de la visión provinciana prevista sobre Cartagena, manteniendo así una historia ausente de perspectiva de la actividad compleja y singular propia de una urbe antigua.


RECURSOS HIDRICOS CONOCIDOS EN EL ENTORNO DE CARTAGENA


La relación antropológica entre la disponibilidad de agua y la urbanización y su cultura es muy estrecha, de forma que, no se concibe la existencia de una gran ciudad antigua ni moderna sin recursos hídricos regulares suficientes y salubres, decidiendo en muchas ocasiones la localización del desarrollo industrial y urbano hasta hoy mismo.

El suministro hídrico en un medio árido como el nuestro debió suponer una tarea compleja y decidida, a pesar de la escasez de datos publicados sobre ello. Hasta la llegada del agua de los canales del Taibilla a mediados de siglo XX, en los últimos siglos se proyectaron soluciones para abastecer de agua a nuestra ciudad de forma deficiente y de baja calidad. Hay estudios completos realizados en la Universidad de Murcia que los exponen. Sin embargo no hay descripción de sistema alguno que nos cuente la forma en que se abastecía Cartago Nova, por ejemplo.

Se sabe de manantiales montañosos cercanos con caudal que han dotado a fuentes del casco histórico o sus límites, y que hoy discurren desviados como efluentes subterráneos para su desperdicio hasta el mar (irónicamente tal y como ocurre con el agua que algunos reclaman de otros ríos lejanos). Testigo de estos recursos son las fuentes ya sin uso, como la de los burros en la Plaza de España o la del muro del Arsenal, entre otras corrientes que provenían de Los Dolores, al menos y que surtían a los viajeros a la entrada a la ciudad, al arsenal y vecinos cercanos. Por el este del casco antiguo se conoce un canal subterráneo del siglo XVIII que provenía de varios montes más allá del barrio de Santa Lucía, bajo el que discurría y en donde existe una torre de aireación del mismo conocida como el Pinacho. Una fuente natural antigua se hallaba en la Peña de San Juan, más allá del molino de los Mateos.  En la zona del museo del Teatro Romano hay documentada un afloramiento de abundante agua ligeramente salobre que antiguamente abastecía a los barcos y que también ha causado problemas en dicho edificio.

En el Monte de las Cenizas, Portmán, o en Peñas Blancas existen también surgencias o manantiales de escaso caudal, que apenas sería suficiente para el consumo humano de las poblaciones de esas zonas.

Como vemos, existen algunos recursos hídricos que en el pasado abastecían el consumo humano, al menos, de Cartagena y demás poblaciones mineras. No se descarta que en la antigüedad hubieran más aportaciones extinguidas, pero éstas no supondrían un aumento relevante de las cantidades mencionadas, dadas las limitaciones del clima y de la limitación de territorio circundante que recibe y filtra el agua.


CONSUMOS HIDRICOS DE CARTAGENA Y SU ENTORNO EN LA ANTIGUEDAD

El consumo humano es el que exige una mayor calidad y control del agua. Esta no debería provenir de ríos, embalses, balsas o estanques, por la acción que el sol o el aire ejercen en la proliferación de vida en las aguas, por lo que las tomas debían realizarse de manantiales, aguas subterráneas o de la lluvia, para una mayor pureza.

Aquí, estas necesidades podían cubrirse en parte con los recursos de varios manantiales cercanos. Además se disponía de aljibes subterráneos de agua de lluvia colectada en los tejados en la mayor parte de viviendas, lo que proporcionaba mayor calidad y seguridad durante las sequías para consumo humano.

Sin embargo existían otros consumos que absorbían la mayor parte de los recursos tanto en la ciudad como en el activo entorno minero o agrícola. En Cartagonova, el siglo I a. C. fue un momento de auge en la construcción de edificios públicos importantes, lo que indica un incremento de población y de actividad económica que obligaría a levantar al menos un gran acueducto, si es que éste no existía ya en la ciudad prerromana y prepúnica. Se conocen dos termas públicas (Molinete y Arco de la Caridad) y otras tres privadas, que aumentarían considerablemente el consumo.

Hay que destacar las demandas necesarias en cuanto a limpieza doméstica, viaria, baños públicos, alcantarillado, dotaciones para barcos e industrias, entre las que destaca por su alto consumo de agua la limpieza del pescado y la elaboración de salsa de Garum.


PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE UN ACUEDUCTO

La única posibilidad de que se abasteciera de agua de forma suficiente y estable a la ciudad y su entorno fue recurrir a otras aguas que no fueran las exiguas disponibles en el entorno montañoso a este y oeste, a través de un acueducto proveniente del norte, desde manantiales, cursos o efluentes subterráneos. Su entrada debía bordear la costa oeste del Estero del Almarjal, o laguna al norte (entre la Alameda y la rambla de Benipila), penetrando en la ciudad por el noroeste (por la actual Plaza de España) y llegar idealmente a una zona elevada para su almacenamiento y posterior distribución a la ciudad, hecho que se ajustaba perfectamente a la ubicación del Cerro del Molinete y en donde se hallaron precisamente restos de dichos depósitos o Castellum Aquae. La existencia de los mismos confirma inequívocamente la presencia de un acueducto.

Como hallazgos que lo corroboran existen además restos limitados, tanto en el mismo Molinete como en los cimientos encontrados formando parte na línea en dirección NO-SE durante la construcción del parking frente al hospital de la Alameda, lo que confirma la solución más lógica al trazado final.

En el S.XVI el licenciado Cascales describió también la existencia de restos de grandes dimensiones de un acueducto y que se prolongaba al norte hasta Fuente de Cubas o más allá, lo que parece lógico de acuerdo al propio nombre del lugar, ya que no se conoce la existencia de una fuente de agua en esa zona.

Existe también una inscripción en una piedra encontrada en el entorno del actual Museo del Teatro Romano y que según los arqueólogos indica la gran antigüedad de un acueducto en Cartagena.

Se han descrito hasta aquí, cuatro indicios, menciones o prueba de la existencia de un gran acueducto y el caudal mencionado es posible que no fuera aún suficiente para satisfacer el consumo de Cartago Nova y de las zonas mineras cercanas.

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