domingo, 5 de junio de 2016

EL TRABAJO COMUNITARIO DE LOS INMIGRANTES COMO ALTERNATIVA 

Para atender emergencias humanitarias ante guerras, crisis económicas, hambrunas o catástrofes naturales, se ofrece la idea de los campamentos de autogestión, en los que se aprovecha el trabajo de los propios inmigrantes o refugiados organizados en comunidades para generar los bienes y servicios que necesitan (alimentación, mobiliario, construcción, educación, sanidad, etc), o realizar otros trabajos en beneficio del país que acoge, fuera de la competencia de las empresas o trabajadores nacionales y con derecho a cierta remuneración pública mínima que aporte liquidez para sostener el resto de actividades, creando a la misma vez servicios e infraestructuras para nuestro país, con claro beneficio económico, y evitando la carga económica pública del sostenimiento y de los problemas sociales inherentes a este éxodo que parece imparable.

La integrantes extranjeros estarían organizados y controlados por voluntarios, internos o externos a la propia comunidad o por el ejército, de modo que los justificados temores a las consecuencias de la inmigración quedarían prácticamente resueltos. Las personas que integrarían estas comunidades podrían ser separadas convenientemente de acuerdo a las premisas que fueran necesarias, como la peligrosidad o el ámbito laboral, y se añade la posibilidad de que los campos de autogestión sirvan para los parados o reclusos que conseguirían una experiencia por la que muchos pagarían por tener.

El paso por estos campamentos sería temporal y da la oportunidad de incluir más tarde a estas personas a la sociedad o a su país o también para contener y controlar a personas con alta peligrosidad, como delicuentes habituales, terroristas, etc, por la seguridad de todos.

Campamento para refugiados en Alemania. La organización es básica
 para atender cualquier programa humanitario masivo.

Las guerras, inestabilidad, pobreza o desastres naturales están provocando cada vez más la migración desesperada para poder sobrevivir en otro lugar, confiando su vida y en muchos casos la de sus familias, a extranjeros y a otros gobiernos para que les concedan lo necesario para vivir. Esta suposición se funda en su creencia de que los extranjeros son también semejantes que le garantizarán su derecho a sobrevivir, lo cual desgraciadamente no es así en algunos casos. Es un problema convertido ya en estructural y tiende a incrementarse debido a factores crecientes (mayor población; escasez hídrica; persecuciones étnicas, políticas o religiosas...) lo que hace necesario abordar su solución no ya con respuestas eventuales sino con asentamientos con una gran capacidad y con una organización material y humana permanentes.

La acogida de refugiados o inmigrantes generan una serie de necesidades en los países de acogida que se suelen ver como inasumibles, por repercutir en la cantidad y calidad de servicios sociales o en el acceso al empleo de los nacionales, añadiendo la inseguridad; las posibles enfermedades contagiosas o la desconfianza y el temor a que la acogida se convierta en una invasión cultural. Por ello, sería preferible que el problema planteado con los refugiados e inmigrantes se abordase de forma que no interfieran en la estructura socioeconómica del lugar de acogida. O al menos que no lo haga en su perjuicio. Este requisito solo se puede atender si se separa a refugiados o inmigrantes en lugares independientes de acogida, separados, en su mayoría, de la sociedad del país receptor.

El problema legal de los refugiados está contemplado en teoría en la legislación internacional y en las nacionales de cada país. Pero asistimos perplejos al fenómeno de un problema que llega a ser masivo para el que no se aplican soluciones sencillas, efectivas, integrales, humanitarias y ágiles y esto ocurre únicamente porque estas legislaciones un tanto oscuras no se adaptan a la realidad, ni humanitaria, ni de seguridad, ya sea para la sociedad de los países receptores como sobretodo y de forma alarmante, para muchos de los refugiados e inmigrantes perjudicados, y en algunos casos atacados por otros supuestos necesitados que intentan pasar como refugiados o inmigrantes inocentes.

De esta forma, ante la iniciativa europea de acoger en masa, la falta de organización y de objetivos claros, junto con una dificultosa adaptación del problema a la legalidad internacional y entre ésta y las propias de cada país, han surgido conflictos y prácticas indeseadas por varias partes (los propios refugiados, mafias, policías, ejércitos, ONG's, gobiernos...) que actúan todas de forma aparentemente autónoma y en contradicción entre ellas, lo que llama la atención al haber en Europa una unión de estados que aspiran a una mayor unidad y centralización, y siendo precisamente esta organización la que más ha mostrado su incoherencia y desconexión con los refugiados y con los lugares de acogida hasta ahora.

Es necesario abordar entonces el problema a partir de un diagnóstico amplio y urgente, implicando a las instituciones que sean pertinentes para elaborar los objetivos. Estos se evalúan de acuerdo a unos principios que deberán estar en equilibrio deseado (seguridad; viabilidad de la acogida; garantía de dignidad en la estancia y el trabajo; etc) para que los migrantes inocentes no solo se vean lo menos perjudicados posible, sino que además los programas creados supongan un beneficio añadido regulado para la sociedad que acoge. Una vez que los programas se hubieran concebido con los objetivos claros y las mejores fórmulas, se adaptarían a la leyes internacionales y nacionales para adaptarse a las soluciones.


Como aportación resumida, la presente exposición ofrece una solución integral viable de acuerdo a unos objetivos claros que garantizan en primer lugar, una estancia controlada y temporal de refugiados e inmigrantes con garantías de seguridad para todos y en segundo lugar, que se pueda aprovechar su presencia como una verdadera simbiosis de beneficio mutuo, o que al menos, se evite en lo posible el perjuicio que se puede ocasionar a la población nacional más desfavorecida. Los principios básicos generales por orden de prioridad serían los siguientes:
  1. Garantizar la seguridad y el orden en el país de acogida. Establecer un control para resituar, encarcelar, expulsar o extraditar a personas conflictivas o a terroristas entre los refugiados.
  2. Garantizar la alimentación; el resguardo; la seguridad; la atención sanitaria; la vestimenta, el aseo y la comunicación útil a todos los refugiados e inmigrantes.
  3. Posibilitar que las dos medidas anteriores perjudiquen lo menos posible a la población local y, si es posible, que pueda haber un beneficio mutuo.
De acuerdo a estos principios se pueden enumerar los objetivos:
  • Establecer asentamientos controlados y organizados de refugiados e inmigrantes en situación regular o irregular que en la medida de lo posible se sostengan mediante una autogestión de las necesidades básicas de todo tipo, planteando para ello una legislación interna especial, gobierno y coordinación entre las comunidades.
  • Creación de sociedades en economías preferentemente de trueque formadas por los acogidos, y que estén en consonancia con su situación humanitaria para satisfacer las necesidades internas de sus comunidades.
  • Creación de sociedades de interés mercantil, social, cultural o ecológico que, integradas por los acogidos, para realizar actividades económicas retribuidas o de otro tipo en beneficio del país de acogida y que no entren en competencia directa con el mercado laboral, ni con las empresas de la zona. Por ejemplo, entre las actividades se encontrarían trabajos de bajo rendimiento productivo, pero con una participación masiva, en donde se realicen infraestructuras; tareas ecológicas o arqueológicas para cubrir requerimientos de liquidez necesarios de las comunidades para adquirir materiales, herramientas, etc, para las actividades de autosostenimiento.
  • Posibilitar un órgano jurídico que adapte la legislación nacional e internacional a estas necesidades básicas de emergencia humanitaria y no al revés, o al menos posibilitar un marco legal de excepción de acuerdo a la emergencia humanitaria
  • Crear un ámbito legal de la autogestión que garantice buenas condiciones humanitarias y que a la vez no supongan un bienestar excesivo que genere una carga engorrosa e inviable para el propio funcionamiento de la autogestión económica y social.

El resultado de este programa se adapta a una acogida y sostenimiento viables de refugiados e inmigrantes regulares o irregulares cualquiera que sea la causa del desplazamiento y divide la actividad de los desplazados en:


- Trabajadores que atienden directamente a la comunidad con servicios (sanitarios, profesores, cocineros, cuidadores, construcción, carpinteros, etc)

- Trabajadores que generan directamente bienes para la comunidad (agricultura, ganadería, textil, camas, muebles  etc) en los sectores primario y secundario.

- Trabajadores remunerados en trabajos complementarios a nuestra economía nacional que benefician al país de acogida, y que aportan liquidez para las necesidades de la comunidad de acogidos

- Trabajadores remunerados que de forma excepcional participen del mercado laboral del país de acogida, si su aportación laboral cubre un déficit necesario de la demanda del empleo nacional

Refugiados e inmigrantes que no están en condiciones de trabajar de acuerdo a los estándares del empleo en Europa (niños, enfermos, lisiados, ancianos, etc) pero que a pesar de ello  podrían aportar alguna ayuda especial con actividades adaptadas a su condición.

- Refugiados e inmigrantes que no están en condiciones de desempeñar tareas, los cuales son atendidos por el resto de su comunidad y por ONG´s 



Una de los planteamientos acerca de la acogida es percibirla como una oportunidad en aparente simbiosis, para integrados en el mercado laboral cubriendo posibles demandas necesarias en el país de acogida, uniendo esto a la integración social en todos los aspectos y para todos, como si se tratara de compatriotas que retornan a su propio país. Esta opción ingenua se presenta como excesivamente integradora y finalmente engañosa. El aprovechamiento laboral de estas personas al mercado convencional del trabajo es muy reducido, tanto para cubrir las necesidades del conjunto de refugiados, como para aplicarse en todos los países de acogida. En la práctica esta aparente simbiosis se convierte en un aprovechamiento reducido que beneficia a pocos empresarios y pocos refugiados, dejando de lado a otros muchos, que tienen que ser devueltos a ninguna parte. De forma añadida el parado nacional se ve perjudicado.

Todo ello crea una alarma social natural y refleja la necesidad de crear soluciones amplias, ágiles e integrales, en donde las leyes queden al servicio de una escala razonable de prioridades humanitarias y no derive en un desorden migratorio y un genocidio involuntario por, entre otras cosas, no chocar con leyes alejadas de esta realidad, que quizá no fueron elaboradas suficientemente para evitar desastres humanitarios en cumplimiento de una justicia social, si entendemos que ésta, en realidad, existe para garantizar una serie de derechos en donde el primero y más importante de todos ellos es el de respetar y proteger la vida humana.




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