jueves, 5 de mayo de 2016

 CARTAGENA Y LA GUERRA ESPAÑOLA  DE INDEPENDENCIA 


Tratado de Fontainebleau, 27 de octubre de 1807. El Primer Ministro Manuel Godoy, valido del rey español Carlos IV, se reúne con Napoleón. Allí hablan de la enemistad compartida con Inglaterra y la alianza de ésta con Portugal. Desde 1700 la dinastía real francesa de los Borbones, a la que pertenecía Carlos IV, se había instaurado en España por lo que las relaciones de Francia y España en ese siglo eran muy estrechas . A pesar de que el emperador francés no provenía de las familias reales europeas y que incluso pertenece al ideario revolucionario que eliminó al Rey de Francia Luis XVI, supo aprovechar la causa común con los borbones de España y planearon una invasión hispano-francesa de Portugal asegurándose el apoyo logístico necesario al tránsito de las tropas imperiales, bajo el mando del general Jean-Andoche Junot. Godoy fue seguramente engañado en varios aspectos, como el número de soldados que entrarían, de forma que cuando se diera cuenta ya fuera demasiado tarde.

Las tropas francesas entraron en España el 18 de octubre de 1807, cruzando su territorio a toda marcha en invierno, y llegaron a la frontera con Portugal el 20 de noviembre. Sin embargo, los planes de Napoleón iban más allá, y sus tropas fueron tomando posiciones en importantes ciudades y plazas fuertes con objeto de derrocar a la Casa de Borbón y suplantarla por su propia dinastía, convencido de contar con el apoyo popular.

En el ambiente se respiraba una fuerte inestabilidad política surgida por la traición conspiratoria de Fernando VII contra su padre Carlos IV, que culminó con el Motín de Aranjuez contra Godoy y el ascenso al poder de Fernando VII. Todo ello fue alentado mediante una campaña nacional de, entre otras cosas, rimas en pasquines con trapos sucios a cerca de supuestos amoríos entre Godoy, el valido del rey, y la reina, y una condición indigna de los tres. Lo que justificó superficialmente la acción del motín por parte de los fernandinos.

El total de soldados franceses acantonados en España ascendía a unos 65.000, que controlaban no sólo las comunicaciones con Portugal, sino también con Madrid, así como la frontera francesa. El resentimiento de la población por la obligación de manutención de las tropas extranjeras al cruzar por el país en una época de hambruna, dio lugar a numerosos incidentes y episodios de violencia, lo que precipitó los acontecimientos que desembocaron en los primeros levantamientos de Burgos y León ya en abril, y el Dos de Mayo en la capital del reino que, una vez ocupada por los franceses, los reyes y familia real iban a ser llevados camino de Francia. A primera hora del 2 de mayo salió el joven infante de Palacio, Francisco de Paula transportado en coche. Seguramente fue un cerrajero,  José Blas de Molina, quien penetró entonces en el Palacio Real y salió a uno de sus balcones gritando a la multitud que ya observaba el acto con recelo:
¡Traición! ¡Nos han quitado a nuestro rey y quieren llevarse a todas las personas reales! ¡Muerte a los franceses!
La población se amotinó y hubo choques que las tropas extranjeras respondieron con inmediata contundencia. Las noticias de los hechos sobre la brutal represión ejercida por el ejército invasor en Madrid se difundieron y en otras localidades se alentó la insurrección.

El llamado Bando de los alcaldes de Móstoles, promulgado por Andrés Torrejón y Simón Hernandez, fue la primera iniciativa desde el ámbito local que contribuyó al desprestigio de la Junta de Gobierno, designada por Fernando VII, ante la declaración de Murat del 6 de junio en la que justificaba los excesos de la represión.

Las instrucciones de Fernando VII al marchar hacia Bayona (Francia) fueron terminantes: mientras él estuviera fuera del país, las instituciones españolas debían cooperar con los generales galos. En un primer momento, la administración en pleno acató la orden: desde el Consejo de Castilla hasta los Corregidores Municipales. Pero conforme avanzó el levantamiento, las instituciones, emplazadas entre los rebeldes y un ejército francés resuelto a combatir con dureza la sublevación, perdieron el control de la situación y se volvieron inoperantes.

En la noche el 22 al 23 de mayo, y una vez difundidas las noticias de las abdicaciones forzosas del rey Carlos IV en favor de Fernando VII y de este en el hermano de Napoleón en Bayona, la insurrección se inicia en la ciudad de Cartagena que por entonces era Departamento de Marina y de Artillería, creándose en ella la primera Junta General de Gobierno. Desde Cartagena se mandan correos a las ciudades de Valencia, Granada y Murcia, "con el aviso de la resolución que se había formado en Cartagena, su Departamento de Marina y numerosa guarnición, convidando a dichas ciudades para el mismo objeto" avisando de ello en todas las ciudades y pueblos por los que pasaban estos correos, así como a la escuadra del Departamento de Cartagena que se encontraba en Mahón y que se dirigía a Tolón para unirse a la escuadra francesa, ordenándole que volviera a Cartagena. La insurrección comienza en los días siguientes en Valencia, Granada, Lorca y Orihuela. En Zaragoza, José de palafox y Melci toma el control de la ciudad tras entregar el mando el Capitán General Guillelmi a su segundo, produciéndose el primero de los Sitios de Zaragoza. Mientras en Murcia, el antiguo Secretario de Estado, el Conde de Floridablanca (1728-1808) preside la recién constituida Junta local de Murcia. Estas Juntas se crean en todas las ciudades levantadas, tras crearse la Junta General de Gobierno de Cartagena.

Las juntas locales y su coordinación de hecho en la Junta General de Gobierno de Cartagena resultaron muy eficaces desde el inicio del levantamiento. No obstante, algunos como el Conde de Floridablanca, consideraron que existía la necesidad de reagrupar las juntas locales en juntas provinciales, con sus centros de decisión en sus respectivas capitales. En el verano de 1808 había dieciocho juntas provinciales en la mitad sur de la Península. En Sevilla, la Junta local adopta el nombre de Junta Suprema de España e Indias, impulsora del texto considerado como la declaración de guerra formal emitido el 6 de junio. Hasta esos momentos los resultados eran alentadores para los españoles. El mismo día en Cataluña, un ejército compuesto por militares y milicias campesinas logran impedir la marcha de las columnas imperiales a su paso por el Puerto del Bruch, causando la primera derrota relevante del ejército francés. También este día fue la Contienda de Valdepeñas, en la que la villa de Valdepeñas fue incendiada, consiguiendo la población, sin ejército alguno, cortar la comunicación entre Madrid y Andalucía, logrando la evacuación francesa de La Mancha y el retraso francés en la Batalla de Bailén. El 25 de septiembre de 1808, de nuevo a petición del Conde de Floridablanca, las juntas provinciales se unieron en Aranjuez en una Junta Suprema Central presidida por él mismo.

Rendimiento de los franceses en la Batalla de Bailén

El contraataque de las fuerzas espontáneas había sido hasta ese momento eficaz. Sin embargo, Napoleón entró con numerosos refuerzos de veteranos que infligieron importantes derrotas y se resituó en la meseta, trasladándose la Junta Central de nuevo a Sevilla, donde asiste indefensa a la capitulación de Andalucía.

A partir de entonces la resistencia popular, apoyada por tropas al mando de Wellington y los suministros de armas británicos, fueron los que consiguieron expulsar a los invasores, que salieron de España en 1814.

Otro dato importante es que toda España fue ocupada por los franceses, excepto Cartagena. Ello se debe a la gran dificultad que presentaba el asalto de una ciudad amurallada con una base naval, arsenal, contingentes y seguramente por la ayuda británica por mar.



Fuentes:

- wikipedia 
- "Fernando VII, el rey felón" (Enrique González duro)
www.regmurcia.com › Historia › Historia de la Región: La Guerra de Independencia y Floridablanca

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